Después de la Asamblea y de varias correcciones, ofrecemos las conclusiones de esta XVI Asamblea

Manifiesto de la XVI Asamblea de la FPE

Salamanca, 5 de abril de 2008  

«Alzad los ojos y ved los campos blancos, dispuestos a ser segados» Jn. 4, 35

1.   Hemos experimentado con gozo cómo el Resucitado se ha hecho compañero de nuestros caminos, encontradizo y cercano. En la fraternidad reunida, en la palabra, el pan partido, en la misión, y en estos años de crecimiento de nuestra Familia, reconocemos su presencia viva y eficaz. Descubrimos también esta presencia en los jóvenes con quienes compartimos la vida, algunos de los cuales nos están acompañando en esta XVI Asamblea. Ellos son signo de los tiempos y signo de la Pascua del Señor. En este encuentro han expresado explícitamente la necesidad de la presencia y acompañamiento de los religiosos y laicos pavonianos para seguir creciendo.

2.   Nos sentimos dichosos de pertenecer a una Iglesia que convence y apasiona, dichosos de haber recibido y crecido en esta pertenencia. Creemos en una Iglesia con actitud abierta al diálogo con el mundo, relacionada con la cultura de forma crítica y serena, una Iglesia entendida como familia donde todos los bautizados somos al mismo tiempo evangelizados y evangelizadores, porque hemos recibido este encargo en el bautismo. Reconocemos en esta Iglesia nuestra Madre, una madre que nos educa, que nos anima, que nos acoge a todos.

3.   La misión, en este tiempo concreto, es el regalo del Espíritu Santo a su Iglesia, un regalo que es siempre nuevo y que siempre está comenzando. El contacto con otras culturas, la globalización, la crisis ecológica, el subdesarrollo y el desarrollo irracional de occidente… amplía los límites de una misión que se encuentra, hoy como siempre, enraizada en la experiencia de Jesús. Es Él quien nos convoca a la misión desde el amor y la pasión por la vida. También desde el optimismo evangélico, porque para nosotros la alegría es una de las notas distintivas de nuestra misión. En este momento histórico concreto la misión de la Iglesia y la misión pavoniana aparecen con inmensas posibilidades.

4.   Creemos que nuestra primera misión como bautizados es vivir el evangelio y llevar el evangelio de la misericordia a los demás.  Como pavonianos, nuestra misión nos lleva a estar con los jóvenes y los niños, especialmente los que viven en desventaja, para su educación, acompañamiento, asistencia y promoción. La Misión Compartida es el ámbito privilegiado de encuentro de religiosos y laicos. No somos enviados como francotiradores, sino como comunidad pavoniana, por eso no podemos monopolizar la misión, sino compartirla en igualdad de condiciones, sintiéndonos todos responsables. Laicos y religiosos, desde el bautismo, compartimos la misma dignidad y la misma misión.

5.   Como Familia Pavoniana, queremos caminar unidos en la diferencia, desde la pluralidad de vocaciones, sensibilidades, situaciones, etc., sin olvidar que la misión primera del laico está en la familia y el campo laboral, y la del religioso, en la comunidad y el campo de su misión específica. Creemos que debemos vivir la misión más como SER con los demás, que como HACER para los demás. Para nosotros es más importante avanzar poco a poco pero juntos, que avanzar mucho cada uno por su cuenta. En nuestra Familia como en la Iglesia, o crecemos juntos religiosos y laicos, o no crece ninguno. Habrá que seguir caminando en la línea de la corresponsabilidad y tratar de igualar un poco los ritmos para facilitar este crecimiento armónico.  En esta línea subrayamos la importancia de la formación en lo comunitario juntos, religiosos y laicos, y cuando sea conveniente con los jóvenes. Estamos convencidos de que la acción que se realiza entre todos, es más misionera.  Entre los caminos importantes para unos y otros, señalamos el de la conversión a Dios y a los últimos, la toma de conciencia de la misión y sobre  todo el de la coherencia de vida, porque el ser de la misión debe estar profundamente enraizado en la vida. Y dentro de esa misión, si importante es el número, mucho más lo es la calidad y la consolidación de nuestros núcleos.  

6.   En el desarrollo de la misión pavoniana, nos encontramos una sociedad cuyo corazón necesita sanación, recibir vida, libertad, alegría y sentido. Inmersos en un mundo materialista, competitivo, muchas veces ajeno e incluso hostil al mensaje del Evangelio... creemos importante no volver continuamente sobre nuestras cenizas y sobre el pasado: estamos convocados a la danza, al anuncio y a la misión. En medio de este mundo, proclamar con valentía lo que creemos, se convierte en un reto. Nos sentimos llamados a transformar el mundo desde dentro, buscando una nueva pedagogía que nazca de la vida y el contacto con las personas, utilizando lenguajes unidos a la experiencia.

7.   La misión pavoniana se realiza en el roce, en el acercamiento, en el tú a tú... sabiendo que lo que hacemos es en el nombre de Jesús. Más que en palabras e incluso en obras, nuestra misión debe consistir en ser profecía en medio de nuestro mundo, ser parábola de comunión. Estamos convencidos de que lo nuestro es la denuncia profética, pero sobre todo y antes el anuncio evangélico, aunque a veces también el silencio es profecía. Creemos importante pasar de la queja al agradecimiento y al anuncio gozoso para ser una familia esperanzada y significativa.

8.   En esta misión descubrimos peligros y límites: el más importante es perder la memoria de su voz y olvidar nuestra identidad de religiosos y laicos. Cuando esto ocurre, nos creemos los salvadores del mundo, nos creemos necesarios y autosuficientes, nos cerramos en nuestro pequeño mundo y sus problemas, vivimos desencarnados, hablamos incluso lenguajes incompresibles, dejamos de soñar y nos aferramos al pasado, consideramos a los demás como enemigos, y evitamos el sufrimiento y la cruz. Cuando Dios no está en el primer lugar, acallamos nuestra fe y nuestras convicciones, y nos dejamos llevar por la corriente.

En vísperas del XXXVIII Capítulo general de la Congregación, pedimos al Espíritu que nos haga cristianos comprometidos con el mundo, especialmente con los jóvenes y los niños, desde el corazón de Pavoni, a través de nuestro trabajo, nuestra palabra y nuestra vida cotidiana. Que este mismo Espíritu, el de Jesús, renueve interior y exteriormente a nuestra Familia.