Con una invitación en este tiempo para vivir la centralidad de Dios, la fraternidad, la solidaridad.

Queridos hermanos, religiosos y laicos de la Familia pavoniana:

Creo que ya os habrán comunicado vuestros respectivos provinciales la decisión tomada de posponer la celebración del Capítulo general al mes de julio de 2021, debido a la situación creada por la pandemia del coronavirus.

Estamos viviendo un tiempo de profunda inseguridad e incertidumbre donde, como dice el Papa, todos nos sentimos en la misma barca con nuestros miedos, nuestra angustia y nuestras perplejidades. Estamos invitados a mirar a Jesús, que, encontrándose con nosotros en la misma barca, puede amainar la tormenta. Demos gracias a Dios, porque ninguno de nuestros hermanos ha fallecido por este virus y, aunque haya habido algún infectado, religioso o laico, lo ha superado y ahora se encuentra bien. Elevemos nuestro corazón y nuestra mente en una oración confiada al Dios de la vida por los fallecidos, entre los cuales hay laicos pavonianos y familiares de religiosos (las madres del p. Julián García y del p. Fernando Marinas): él les conceda el descanso eterno y ese abrazo de Padre que es eterno y para siempre.

En este tiempo de confinamiento, junto a tantas otras personas, religiosos y laicos pavonianos han seguido y siguen al pie del cañón. Pienso en los religiosos y laicos de las comunidades donde viven nuestros hermanos ancianos, que son personas de riesgo y a las que han seguido cuidando con esmero; pienso en las comunidades de acogida de niños y adolescentes, que no han cerrado en este tiempo; pienso en las comunidades terapéuticas, que trabajan con jóvenes con algún tipo de dependencia; pienso en los profesores y educadores que siguen en primera línea con los medios a su alcance;  pienso en nuestras comunidades con actividad pastoral, que han acompañado el luto de no pocas personas, siendo presencia de consuelo y cercanía; pienso en nuestras comunidades que ayudan con alimentos u otros medios a las personas más desfavorecidas; pienso en las comunidades dedicadas al mundo de la buena prensa (mundo Àncora) que, junto a los problemas económicos causados por el cierre de la actividad librera, siguen trabajando y buscando soluciones para retomar la actividad; y en tantos pavonianos religiosos y laicos que, en estos tiempos difíciles, siguen haciendo de su entrega un motivo de esperanza para los más necesitados. A todos, gracias por vuestro trabajo y vuestros desvelos en estos tiempos difíciles.

Parece que estamos empezando a salir del túnel y se vislumbra un poco de luz. Debemos comenzar de nuevo nuestra vida y nuestra misión; hagámoslo, como dice el Papa, con prudencia y obediencia a las disposiciones que serán dadas. Estamos invitados a mirar el futuro con esperanza y a caminar con los hombres y mujeres de nuestro tiempo. No podemos quedarnos mirándonos solamente a nosotros mismos, a nuestro pequeño mundo, sabiendo que hay gente que lo ha tenido y lo tiene más difícil que nosotros.

De una cosa nos tenemos que haber dado cuenta: somos vulnerables a nivel personal y comunitario. Somos menos y más pobres, frágiles y no tenemos todo bajo control. Los que vivimos en zonas donde el virus se ha ensañado más, tenemos que haber aprendido que, en otras zonas con menos posibilidades, las personas siguen sufriendo por muchos motivos; ahora nos ha tocado a nosotros. Esta vulnerabilidad tiene que hacernos revisar dónde habíamos puesto nuestra confianza, cuál es la fuente de nuestra seguridad, y tiene que despertar en nosotros la compasión (padecer con), la cual ha de desembocar en la fraternidad y la solidaridad, sabiendo que compartir es la clave. Esta es una gran oportunidad para sacar lo mejor de nosotros mismos y humanizarnos un poco más.

Tenemos que salir más conscientes y reforzados de esta situación que se ha convertido en un lugar de aprendizaje, para volver a dar sentido a nuestra vida y misión, un sentido más real. Son muchas las cosas que podemos mejorar:

-          Centralidad de Dios. Tiempo de purificar nuestra fe y nuestra relación personal y comunitaria con Dios. Hago mías las palabras del hermano José María Escudero, de la comunidad pavoniana de Madrid: “Con el COVID-19 nos falta por aprender que la última palabra no la tienen ni médicos, ni investigadores ni políticos. No la tiene ni la ciencia ni el planeta. No la tiene ni una ni otra religión… la última palabra la tiene DIOS. Y es urgente que Dios adquiera voz y voto en nuestras vidas, en nuestro mundo. Que su presencia, su palabra y su amor se hagan virales de una vez por todas. Si no aprendemos que Dios es una necesidad vital, me temo que saldremos de esta, pero seguiremos con una pandemia mucho peor: la de creernos dioses y señores de nosotros mismos, y eso… eso sería, terriblemente, peligroso.” Si no experimentamos que Dios es el que guía nuestra historia personal y comunitaria, no hemos aprendido nada.

-          Cercanía, fraternidad, ternura, valorar las pequeñas cosas, los pequeños gestos…en definitiva comunión. Esto es lo que las personas echamos de menos en esta pandemia. Si no hemos aprendido que nos necesitamos unos a otros, que tenemos que cuidarnos unos a otros, si seguimos con la cultura de la indiferencia, con nuestras habladurías, con nuestros juicios y condenas sobre los demás, no hemos aprendido nada.

-          Vida más austera y sobria. Las consecuencias a nivel económico de esta pandemia, se están empezando a sentir y se harán más graves con el tiempo: actividades que no podrán comenzar de nuevo, personas que perderán su empleo, nuestras actividades y las de otros que tendrán difícil continuar por falta de recursos, inmigrantes con mayores dificultades, Cáritas que se vuelven a llenar de personas necesitadas…: debemos ser ejemplo de pobreza, austeridad y frugalidad para no ser injustos con los que lo pasan mal. Que nuestras comunidades se conviertan en lugares donde haya espacios de gratuidad y de asistencia a los más pobres. Nuestro Fundador hizo también labor de asistencia, distribuyendo alimentos y cosas necesarias para los más pobres. Si seguimos llevando una vida de medio burgueses y la crisis no nos afecta lo más mínimo, no habremos aprendido nada. El Papa dijo a los superiores generales en el último encuentro: “Cuando a los religiosos no nos falta de nada, lo que nos falta es la pobreza”

-          Compartir y ser solidarios. Estamos viendo cómo aflora la solidaridad de tantas personas ante la necesidad creada por este virus. Cuántos voluntarios, cuántos profesionales que trabajan sin mirar horarios ni salarios. Qué lección para nosotros, pavonianos. Es hora de implicarnos en primera persona en nuestras actividades y, como voluntarios, en las de otros. Os invito a leer: “Carta a los obispos Italianos. Para iniciar una nueva historia”, de la Comisión Justicia y Paz de los misioneros Combonianos. Si nos miramos sólo a nosotros mismos y no compartimos la situación difícil que viven a nuestro alrededor, es que no hemos aprendido nada.

-          Ser samaritanos. Hacernos “prójimos” de tantas personas solas y sufrientes, de tantos jóvenes desorientados y con una necesidad grande de compañeros de camino: no dejemos pasar la ocasión de hacernos cercanos, interesarnos por los jóvenes y compartir espacios con ellos. Si nos encerramos en nuestro mundo y no somos compañeros de los que más nos necesitan, especialmente los niños y jóvenes, no habremos aprendido nada.

Conscientes de nuestra escasez de recursos. Estoy seguro de que esta situación agravará más nuestra situación económica y la posibilidad de llevar a cabo todas nuestras actividades de la forma que lo estamos haciendo. Ante esto, recomiendo: confianza en la Divina Providencia, solidaridad entre las diversas comunidades en una visión de conjunto, pensar medidas para enfrentar las consecuencias económicas de esta pandemia. Invito, a los superiores provinciales y sus consejeros, a tener encuentros con los superiores de comunidad, directores y gestores de actividades, para reflexionar sobre esto y planificar las medidas convenientes. Utilicemos los medios de comunicación a nuestro alcance para hacer estos encuentros.

Hay muchos otros aspectos que seguramente cada uno y cada comunidad ha aprendido de esta situación; pongámoslos en práctica, a fin de seguir siendo motivo de esperanza para los que nos ven.

 

El día 3 de mayo, en la comunidad de Milán, hará su profesión perpetua el h. Tom, de Filipinas. Acompañémosle con nuestra cercanía, cariño y, sobre todo, con nuestra oración. El 28 celebraremos la fiesta de nuestro Santo Fundador: ese día harán la primera profesión, en la comunidad de Antipolo,  cuatro novicios Brasileños (Marco Tulio, Thales, Ramón y Henrique) y uno Filipino (Jay-Ar). Les acompañamos también con nuestra oración. El día 31 hará la profesión perpetua en Asmara, el hermano Medhim Temnewo: a él también  lo acompañamos con nuestra oración.

El mes de mayo está dedicado a María. Pongamos el camino de nuestra familia bajo su manto y bajo la protección de San Ludovico Pavoni.

Un abrazo fraterno y siempre agradecido,

                                                                                  Ricardo Pinilla Collantes

 

Tradate, 30 de abril de 2020